DESPLEGANDO EL SER: CUERPO Y CENTROS DE ENERGÍA

Marta O’Kelly Rasco
Terapeuta Gestalt. Instructora de Movimiento Expresivo y Terapia Psicocorporal y Transpersonal. Axiómetra

28-07-2020

Una vía para ganar presencia en la vida es contactar con lo que ocurre en nuestro cuerpo y en nuestros centros de energía. Generalmente nos movemos sin poner conciencia sobre cómo están funcionando, pero cuando cambiamos esta pauta y comenzamos a hacerlo experimentamos un crecimiento exponencial.

A lo largo de una serie de artículos voy a ir presentando uno a uno los centros energéticos. Te contaré sus características y te plantearé algunas preguntas que tienen relación con el mismo para que puedas reflexionar o meditar sobre ellas. Si además quieres trabajar en la expansión y armonización de los centros de energía puedes unirte el grupo de movimiento expresivo que realizamos con periodicidad mensual (https://www.centroeleusis.es/grupo-movimiento-expresivo). Este trabajo se basa en el sistema Río Abierto, una forma de trabajo transpersonal que utiliza el movimiento expresivo como eje de intervención junto a otras herramientas como el masaje, la creatividad, la meditación, el juego, etc.

Como marco general para entender cómo funcionan los centros energías os contaré brevemente que las personas además de un cuerpo físico u orgánico, con sus huesos, músculos y órganos vitales, poseemos otros cuerpos que no podemos ver con los ojos pero que están en nosotros y a veces podemos llegar a percibir: el cuerpo energético, encargado de hacer circular las energías y conectar los cuerpos entre sí, el cuerpo emocional, que nos permite sentir, el cuerpo afectivo, a través del cual nos relacionamos en el mundo, el cuerpo intelectual que nos facilita la posibilidad de conocer el mundo y a nosotros mismos, el cuerpo mental superior, que nos abre el camino de la creación y el cuerpo espiritual que nos pone en contacto con lo divino, con Dios1. A su vez cada cuerpo sutil tiene un centro energético que toma energía, la transforma, la circula y la irradia, funcionando como una red interconectada. Esta concepción del ser humano como entramado de cuerpos sutiles, centros de energía y cuerpo físico que nos llega sobre todo a través del Yoga y se incorpora en muchas otras disciplinas, incluyendo, con matices, el trabajo de movimiento expresivo del sistema Río Abierto donde se ha ampliado esta concepción añadiendo dos nuevos centros de energía

Hoy comenzaré presentando el CENTRO CARDIACO O CENTRO CORAZON.

A nivel físico este centro tiene su raíz entre la cuarta y quinta vértebra dorsal y se expande por toda la región del tórax y la parte interna de los brazos hasta las palmas de las manos.

Cuando funciona a pleno potencial, este centro nos lleva a querer relacionarnos con los demás, a sentir un profundo respeto hacia todas las cosas y personas, a experimentar una felicidad estable, que no depende de estímulos externos sino que se fundamenta en la capacidad de percibir la armonía y la belleza de la Vida y del Universo al que pertenecemos. El centro cardiaco se alimenta de dar1.

Cuando no lo hace y está bloqueado o escondido debajo de una coraza, puedo sentir que:

Me cuesta relacionarme con los demás, desconfío de la vida y el mundo, veo en los demás lo peor de sí mismos, siento que el otro me va a quitar lo mío.

Me siento solo/a y desprotegido/a.

Me vuelco en los demás, les ayudo, me muestro generoso/a, altruista, siento que soy capaz de dar mucho a los demás pero en el fondo no me valoro, no me doy a mi mismo lo que necesito.

Pongo a los demás antes que a mí y no practico el amor hacia mí mismo, me comparo, siento que los demás son mejores que yo.

Este centro constituye el límite entre nuestro cuerpo inferior, es decir, nuestra parte más animal y el cuerpo superior, nuestra parte más espiritual. Es el encuentro entre la materia y el espíritu. El centro cardíaco unifica, nos permite una afectividad superior, el AMOR con mayúsculas, que va más allá del Yo para entrar en el Nosotros. Es el centro de la hermandad, de la unión con los demás, del bienestar común además de mi bienestar individual, donde siento al otro diferente de mí y al mismo tiempo tan importante como yo. El otro existe, le veo y tiene el mismo derecho que yo1.

El movimiento expresivo nos ayuda a aflojar el pecho, a soltar la rigidez para poder conectarnos con nuestros verdaderos sentimientos. Os dejo algunas preguntas que surgen del centro cardíaco y que nos sirven para reflexionar sobre cómo está funcionando ese centro en nosotros/as: ¿Me quiero mi mismo/a en igual medida que a los demás?, ¿Prima en mi el individualismo o quiero pertenecer al grupo?, ¿Me siento parte de algo más grande que yo?.

Con los ojos del corazón abiertos la vida es mucho más plena y feliz.

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