Cinco claves de como piensan los bebés

Leticia Gómez-Delgado Gutiérrez del Solar. Psicóloga colegiada M-27167. Terapeuta Gestalt individual infantojuvenil, adultos y parejas. Axiómetra. Especializada en orientación psico-afectiva con niños, adolescentes y familias, y en intervención en Dificultades Específicas de Aprendizaje (DEA).

20-01-2020

Recientemente, ha habido un auge en la investigación científica sobre cómo piensan los bebés. Existe una relación entre los problemas de salud mental en la edad adulta y una interacción temprana descuidada o dañina entre madre/padre-bebé. Nuestro desarrollo como adultos tiene relación directa con cómo fuimos concebidos, cómo cursó nuestra gestación y cómo llegamos al mundo.

Al ejercer la paternidad, es importante comprender el plano biológico, fisiológico  y psicológico para que los niños alcancen la plenitud de su crecimiento. Y en concreto, preocuparnos por darle un ambiente tranquilo y estable en el que la presencia de su madre o padre sea regular, ayuda a construir una sociedad con salud mental infantil.



Primera clave: ¿cómo influye el embarazo en cómo piensan los bebés?



Antonio Damasio, dejó evidencia que las emociones y el área cognitiva están estrechamente relacionadas. Cuando inicia la vida, las experiencias emocionales en la interrelación madre-feto estimulan o no los circuitos cerebrales de manera que esas experiencias pueden alterar la química del cerebro y determinar comportamientos des-adaptativos en los niños y niñas de nuestra sociedad. El embarazo y el estado emocional de las madres influyen en el futuro bienestar emocional y físico del bebé. Es por tanto un tiempo donde el feto se preparara para salir al mundo y es importante que sea un tiempo de cuidado ya que muchos autores destacan este periodo como etapa crítica cargada de experiencias sensoriales y afectivas determinantes para el futuro psicológico. Las investigaciones científicas sobre bebés, demuestran que la gestación no sólo influye en cuanto al desarrollo de las capacidades (coeficiente intelectual, hiperactividad, déficit de atención etc.), sino que también predispone al infante a padecer o no problemas emocionales.

El recién nacido llega al mundo con poca maduración cerebral y muy indefenso. El parto, es un proceso duro para ambos e implica una desorientación para el bebé. No tiene experiencia visual y al salir del útero se enfrentan a muchos estímulos visuales y auditivos que pueden estresarles.



Segunda clave: ¿Cómo influye el apego de la infancia en la personalidad?



Las estructuras cerebrales encargadas de la regulación emocional se van desarrollando con las experiencias posnatales y siendo especialmente sensibles en su crecimiento durante los primeros años de vida. Así, el cerebro va desarrollando los mecanismos y estructuras que nos permiten gestionar por ejemplo el estrés y la hormona del estrés cortisol, que deja una huella en la zona del cerebro superior. La amígala que se encarga de gestionar emociones como el miedo y la ira, se despierta en un intento de permitir la adaptación del bebé al ambiente. De esta manera, el cerebro se ajusta emocionalmente en el recién nacido para que sus futuras relaciones sean lo más armoniosas posibles. Por eso es tan importante que en las primeras experiencias se sientan protegidos  y queridos y que sea ese el termómetro para medir sus emociones.

Es fundamental que durante la primera infancia los bebés no se estresen mucho, para evitar que se haga un estado crónico y tenga consecuencias negativas en salud. A diferencia de los adultos, ellos no pueden eliminar por sí mismos el cortisol. Dependen de nosotros. Y cualquier pequeña circunstancia, pueden resultarles muy estresante sobre todo, cuando sus cuidadores y figuras de apego se alejan. Ellos no saben si sobrevivirán o no, necesitan del cuidado de su madre y padre. De ahí la importancia de un apego seguro para ellos.



Tercera clave: ¿Cuándo los bebés empiezan a darse cuenta del dolor?



En su séptimo mes de vida, se produce la conexión entre el tálamo y el córtex. Esta conexión permite la transmisión nerviosa de un estímulo doloroso. El dolor, existe en el cerebro y cuando tomamos consciencia de él, se produce entonces su manifestación externa y su vivencia es decir, cuando alcanza el córtex cerebral. La percepción del dolor, es muy subjetiva y variable de una persona a otra y para los bebés, es algo difícil de comprender. A su vez, para los adultos es complejo evaluarlo ya que ante una misma situación, los bebés pueden tener muy diversas reacciones. Lo que sí sabemos, es que todos ellos tienen una gran sensibilidad al dolor siendo más hipersensibles que los adultos, por el hecho de que sus cerebros y las sustancias que nos permiten modular el dolor, no están plenamente desarrolladas.

Para sobrevivir, ellos se van adaptando a las relaciones del entorno y van estructurando su cerebro a las diferentes situaciones adecuadas o inadecuadas ajustándose y tomándolas como referencia para relacionarse.

Para algunos casos de patología como los trastornos de personalidad y conducta o la depresión, los estudios científicos al respecto exponen que en la primera infancia las zonas del cerebro relacionadas con la gestión del estrés, tienen mucha actividad. Los niveles de cortisol en estos casos son altos, la amígdala está híper-activada y se produce una reducción o inactividad de las regiones orbitales y zonas prefrontales de manera que sus cerebros, no pueden ayudarles a resolver las situaciones estresantes.

Es cierto que para que se produzca un daño permanente la cantidad de estrés tiene que sostenerse durante un tiempo prolongado o cronificarse aunque a veces, si el daño es muy significativo, puede producirse también.



Cuarta clave: ¿Cómo favorecer un buen desarrollo en la etapa infantil?



Durante el desarrollo de la etapa infantil, el tacto toma un papel principal. Todo lo que produce placer en el bebé, contribuye a un buen desarrollo y maduración de las funciones superiores del cerebro. Hay que mirarles, sostenerles en brazos, acariciarlos, llevarlos juntos a nosotros, jugar y divertirnos con ellos para apoyar de manera saludable la neuroquímica de su cerebro. Como compartí en el artículo Terapia infantil gestáltica sobre el mundo emocional de los niños, ignorar sus sentimientos y necesidades no les permite aprender a cómo regular y manejar su emocionalidad. Necesitamos aprender herramientas para ayudarles.

En este sentido Sue Gerhardt, psicoterapeuta centrada en la observación infantil, propone que el hecho de que permitamos a los bebés ser totalmente dependientes, es lo que hace que sean luego adultos independientes. Pero esta idea, choca de frente con nuestra cultura. Aunque hay certeza de que el sistema fisiológico de la madre está dispuesto en esta mirada ya que ante el llanto del bebé el cortisol inunda su torrente sanguíneo y su cerebro experimenta cambios que favorece que corra a atenuar el malestar de su hijo o hija y le acondiciona para llevar mejor ese tiempo de lactancia, la cultura en pautas de crianza, a veces pone mucha resistencia a que esto ocurra. Cuántas madres han escuchado mensajes como “deja que llore en la cuna, ya se calmara”, “si siempre le atiendes le vas a hacer dependiente”, “no es para tanto, estas exagerando” etc. Y así los niños, desde bebés, van aprendiendo las pautas sociales con las que serán reconocidos por el grupo y con las que interaccionar.

Por fortuna, en España cada vez hay más profesionales que estamos formándonos en el campo de la psicología perinatal de cara a orientar a los padres en apuros y poder acompañarles y apoyarles a comprender cómo atender las necesidades de los bebés y orientar a nuestra sociedad hacia un cambio educativo.



Quinta clave: adecuar los modelos de enseñanza a cómo piensan los bebés.



Conocer qué hay en la mente de un bebé y el apego en educación infantil, nos hace dirigir nuestra mirada hacia estrategias de enseñanza más ajustadas a los bebés, adecuando nuestro ritmo a su necesidad de estimulación, para lograr después que tengan más satisfacción en la escuela y en la relación con los otros. Sin relaciones atentas y afectuosas el recién nacido, tiene menos probabilidades de convertirse en un adulto física y psíquicamente saludable.

Por tanto, guiarles en comprender que los intercambios de contacto y las rutinas permiten que su hijo o hija perciba el mundo como algo seguro, y que su cercanía física en los primeros momentos de vida será lo que les permitirá prepararse para una futura cercanía a otros y crear vínculos afectivos satisfactorios, es también poner nuestra atención en un modelo preventivo social para la salud mental.

Instagram
Facebook
Nuestra web utiliza Cookies para ofrecerle un mejor servicio. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Ver política de cookies.