La Gestalt de la Vida

Miguel Albiñana

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01-02-2021

Los dos amigos hablaban a la sombra del viejo roble. Llegaba el frescor del bosque y el leve susurro de los altos pinos  en el cálido verano.

  "Verás -le dijo Hassan- que lo que me toca vivir es algo que me trae la vida. Tengo que entender el mensaje de esta enfermedad que me ha venido. Seguro que es para algo que tengo que entender".

  "Nada es casual y todo tiene una razón que hemos de descifrar".

Ahsan se le quedó mirando con los ojos tranquilos y un dejo de tristeza. Para sí mismo pensó en lo duro que había de ser para su amigo, al que conocía de tantos años, enfrentarse ahora a este reto que podía terminar en la muerte. Siempre había sentido un enorme afecto por Hassan, que había sido correspondido en los momentos buenos y en los difíciles. Antes de responder sintió una oleada de amor hacia él mientras respiraba el aire húmedo y fresco del verano en el bosque.

"En lo que respecta a la historia de mi vida, creo que las dificultades tanto como las alegrías y las tristezas que he surcado no han venido para que yo entienda esto o aquello. 

Verás Hassan. He pasado y he tenido que hacer frente a experiencias duras y dolorosas, igual que a otras alegres y fáciles. De todas ellas, creo que he sacado consecuencias o, finalmente, he acabado aprendiendo como dices".

Sonrió con los ojos lejanos, notando el ya largo camino de vida recorrido.Su mente trató de irse al futuro y la trajo de nuevo al presente.

   "Siempre me ha parecido que  de la teoría atómica tenía algo de lo que aprender. Al parecer, los electrones que orbitan alrededor del núcleo del átomo suelen comportarse de manera ordenada.Sus órbitas son regulares y continuadas. Sin embargo, ocasionalmente, alguno se sale de la órbita sin que haya razones conocidas para que lo haga.Ello des-estabiliza el orden establecido.

Puede que el mundo sea en parte orden y en parte caos. Y el caos nos asusta, nos altera, nos pone ansiosos pues es un territorio que no podemos controlar. No sabemos a donde nos lleva.

Por eso creo que inventamos lo de "la vida y sus mensajes". Son órdenes que nos tranquilizan. De esa manera, nos sentimos más acompañados. La existencia adquiere un sentido conocido.

Sin embargo, es posible que sea otra cosa. Que la enfermedad aparezca igual que el electrón desordenado y producto de algo que no tiene una razón o acaso tenga tantas que nos parece caótico.

Por ello, procuro, desde hace un tiempo, no razonar con la vida, pues al final la vida no es nada ordenado o establecido o conceptualizable. Lo que sí que es algo es estar vivo: percibir, respirar, atender, sentir.

Le he dado la vuelta a la cuestión.
Cuando aparece una circunstancia dolorosa, difícil o incluso alegre, no trato de pensar en que la vida me trae esto por alguna razón.
Procuro aprovechar lo que me trae lo mejor que puedo. Atender al cambio que supone. Adaptarme a lo que sucede de nuevo, malo y también bueno.

Si se sale el electrón del orden establecido, o que yo creía que era el que se producía y seguiría produciendose, hago un esfuerzo de atención suplementario para incluir esto en la experiencia.

La gestalt ha cambiado y yo con ella.
Pero no necesariamente porque todo tenga un sentido preestablecido.

Soy yo el encargado de dárselo".

Calló Ahsan. Sus ojos se posaron sobre el petirrojo cantarín y confiado, que se había acercado como interesado por el tema.

Hassan miró a su amigo. Siempre lo había considerado un descreído. Nunca había eso disminuido la fraternal amistad que sentía. Entre ellos la confianza estaba instalada desde tantos años. Ellos, viejos compañeros de la rueda de la vida.

Se tendieron la mano y se abrazaron. 

Luego llegó el silencio tranquilo. 

El silencio es sinónimo de confianza cuando se permite que se dé.

Los pinos susurraron de nuevo.

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