Victoria Civantos
Médico Psicoterapeuta, Col. Madrid 31060. Terapeuta Gestalt. Master en psicología Clínica y Psicoterapia. Experta Universitaria en Psicosomática y Psicología de la Salud. Formación Superior en Intervención en Trauma y EMDR.
El pediatra y psicoanalista John Bowlby (1907 – 1990), padre de la teoría del apego, considera la conducta de apego como un instinto que muestran los seres humanos y otras especies superiores, orientado a buscar seguridad en la cercanía de la persona especifica percibida como protectora, cuando se dispara el miedo u otros sentimientos de vulnerabilidad. Nacemos con una programación biológica para construir con los demás los vínculos que nos ayudan a sobrevivir.
El vínculo de apego es la relación emocional de afecto, fuerte, recíproca y perdurable que se establece entre el niño o la niña y la persona que lo cuida. La criatura busca su proximidad, recurre a ella como refugio y consuelo cuando siente malestar e internalizará esa relación como un modelo de funcionamiento, del que dependerán las capacidades de autorregulación para afrontar las situaciones que generen ansiedad, de conectar con otros y de pedir y recibir ayuda.
Esta primera relación es la guía funcional para las demás que se establecen en la vida. Un apego seguro se asocia con una alta probabilidad de crear relaciones saludables con otros, mientras que su ausencia se relaciona con problemas emocionales y conductuales a lo largo de la vida.
Recientemente, ha habido un auge en la investigación científica sobre cómo piensan los bebés. Existe una relación entre los problemas de salud mental en la edad adulta y una interacción temprana descuidada o dañina entre madre/padre-bebé. Nuestro desarrollo como adultos tiene relación directa con cómo fuimos concebidos, cómo cursó nuestra gestación y cómo llegamos al mundo.
Al ejercer la paternidad, es importante comprender el plano biológico, fisiológico y psicológico para que los niños alcancen la plenitud de su crecimiento. Y en concreto, preocuparnos por darle un ambiente tranquilo y estable en el que la presencia de su madre o padre sea regular, ayuda a construir una sociedad con salud mental infantil.